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El corcho, maravilla del ecosistema mediterráneo, es un material versátil con una historia rica en tradición e innovación. Este recurso natural procedente de los alcornoques ofrece innumerables oportunidades en los campos de la construcción, el arte y el diseño.

Estamos acostumbrados a ver corcho en botellas de vino o en pequeños accesorios para el hogar, pero se desconoce su procedencia y el trabajo que hay detrás. Descubrámoslo juntos.

 

Alcornoques

El corcho es indisociable del árbol del que procede, una antigua planta perenne, majestuosa en su aspecto y generosa en su follaje, que crece en el Mediterráneo occidental más soleado.

Sólo una vez cada diez años, entre la primavera y el verano, los expertos extractores, conocidos como «bucadori», utilizan sus habilidades para extraer la corteza con suavidad y mantener los árboles sanos.

 

¿Por qué el corcho?

El corcho es un material valioso en la construcción ecológica, ¿sabes por qué? Para averiguarlo, hay que observarlo más de cerca: al microscopio se aprecian las partículas elementales y los millones de células que componen su estructura. Esta intrincada pero regular red de alvéolos atrapa el aire y hace que el material sea increíblemente ligero, elástico y transpirable.

En su interior se encuentra la suberina, una capa cerosa e hidrófoba que constituye casi la mitad del material del corcho y que, combinada con la estructura, hace del corcho un maravilloso aislante térmico, acústico, antimoho y regulador de la humedad.

 

Extracción del corcho

Durante veinticinco o treinta años, el alcornoque crece gradualmente. La espera se ve finalmente recompensada cuando el tronco del alcornoque alcanza una circunferencia de sesenta centímetros, lo que marca el comienzo de la primera extracción.

La decorticación tiene lugar entre la primavera y el verano, cuando la savia fluye entre el tronco y la corteza, lo que hace que la extracción sea menos invasiva y favorable para la regeneración futura.

Por la tarde, las enormes planchas de corcho, cargadas en vehículos que parecen desafiar las leyes de la física, abandonan el bosque camino de los almacenes de recogida. Es en este momento cuando entra en juego el juicio experto de los evaluadores, que saben apreciar la calidad de la corteza y sus variaciones. Son ellos quienes determinan el uso que se dará a las planchas de corcho: transformación posterior, molido para producir corcho granulado o destinación a la producción de tapones de botellas.

Las mejores planchas de corcho, junto con las de menor calidad, comienzan un proceso de curado. El material se expone al sol, al viento y a la lluvia. La duración del proceso de curado varía. Los tableros de corcho se colocan horizontalmente en pilas separadas entre sí, a unos metros de distancia, para evitar el contacto, la contaminación y el posible deterioro.

La fase de curado puede durar entre dieciocho y veinticuatro meses, dependiendo de una serie de variables, entre ellas las condiciones climáticas. Durante este periodo, el corcho pierde peso, se vuelve más resistente y cambia de color, pasando de un rojo inicial a un tono más claro.

 

Entrada en la fábrica

Las planchas de corcho curadas se sumergen en cubas de cobre o acero con agua hirviendo. Este procedimiento higieniza el corcho, elimina las plagas que no resisten el calor del agua hirviendo y elimina las sustancias no deseadas.

El corcho permanece sumergido durante aproximadamente una hora, lo que permite que actúen las propiedades beneficiosas del agua hirviendo. En este proceso se elimina el tanino, responsable del color rojizo y de algunas imperfecciones de la superficie.

A continuación, el corcho hervido se transfiere a depósitos en los que circula aire constantemente. Este paso esencial completa el tratamiento primario, haciendo que el corcho se vuelva más plano, compacto y elástico, y que esté listo para seguir siendo procesado por artesanos expertos.

La siguiente etapa consiste en el prensado, un proceso en el que se aplica una presión constante mediante pesos colocados sobre el corcho apilado. De este modo, al voltear también periódicamente las tablas, se puede eliminar la humedad del material.

 

Extracción del corcho: El tratamiento final

A continuación, el corcho se corta en tablas o paneles según las especificaciones del producto final. En algunos casos, pueden aplicarse tratamientos adicionales, como el acabado superficial o la laminación para producir productos específicos, como paneles termoaislantes o pinturas térmicas.

El corcho procesado ya está listo para ser utilizado en diversos productos para la construcción ecológica. Puede utilizarse para producir pinturas térmicas, pinturas impermeabilizantes y mucho más.

Se obtienen así productos de base natural, respetuosos con el medio ambiente y con los residentes. Este material ofrece excepcionales características de aislamiento térmico y acústico gracias a la estructura de sus células. Cada centímetro cúbico de corcho está lleno de millones de células, cada una con cavidades regulares que aprisionan grandes cantidades de aire. Esta característica hace del corcho un material ideal para el aislamiento térmico, ya que atrapa el aire, potenciando su vocación aislante.

Además, el corcho es eficaz en la absorción acústica, de nuevo gracias al encapsulamiento estático del aire en sus células.

Compuesta de celulosa, lignina y suberina, esta estructura confiere al corcho una resistencia excepcional al agua y a los solventes orgánicos, haciéndolo impermeable. La suberina contiene ácidos grasos de cadena larga que confieren al corcho propiedades impermeabilizantes.

 

No sólo tapones

La asociación tradicional entre corcho y tapones es sólo uno de los muchos usos posibles. Cada vez más, el corcho se considera un material noble para mejorar el confort habitacional en términos de aislamiento térmico y acústico e impermeabilización. La intención es redescubrir la tradición de la «construcción mediterránea» mirando hacia el futuro y adoptando la sabiduría y la experiencia del pasado.

En este contexto, el corcho puede transformarse en diversos productos de bioconstrucción, como pinturas térmicas e impermeabilizantes, y mucho más. Su versatilidad y sus propiedades ecológicas lo convierten en un componente valioso para crear entornos vitales confortables y sostenibles, en armonía con la naturaleza y el futuro.

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