La historia de Diasen es un retorno al futuro porque lo que ocurre en el pasado influye y determina lo que somos pero, sobre todo, lo que seremos.
Todo comenzó en los años 20, cuando Lorenzo Pierantoni, en un pequeño pueblo cerca de Fabriano, se dedicó a la producción de jabón. Lo hizo de forma autodidacta: estudió, produjo y aprendió las técnicas sumergiéndose en los manuales del jabonero moderno en una época difícil, en la que ser empresario significaba ser un visionario incomprendido, un pionero solitario y un soñador al que había que mirar con desconfianza.
La experiencia y la pasión de Lorenzo atravesaron tiempos de hierro y fuego y se consolidaron en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, inspirando a su nieta Angela y a su marido Floriano Mingarelli a injertar ese legado de cultura y pasión productiva en una nueva aventura empresarial: Italsolventi, una empresa de productos químicos para la construcción, vinculada a las tecnologías de su tiempo pero dirigida por Floriano con inquieta curiosidad, apertura a lo nuevo y gusto por la experimentación.
A Floriano le gustaba probar e innovar, y lo hacía mezclando sustancias y universos incompatibles, como el corcho y el cemento, dando forma original a una química creativa, sin esquemas, animada por intuiciones alquímicas inspiradas en el redescubrimiento de las tradiciones y un indomable deseo de futuro.
De este largo viaje nació en el año 2000 Diasen, una empresa capaz de combinar experiencia y visión en un viaje que ha cambiado la piel de una pequeña empresa innovadora que se ha convertido en líder en soluciones de construcción verde: biomalta y pinturas a base de corcho y cal que recuperan y actualizan la gran tradición de la construcción y la vida mediterránea.
En su primera década de vida, Diasen fue fuertemente italiana, incluso en la elección de sus mercados. Luego, alrededor de 2010, gracias a Diego Mingarelli, el hijo de Floriano que tomó el timón de la empresa tras la muerte del fundador, Diasen comenzó a pensar en el crecimiento en una dimensión diferente, buscando experiencias de internacionalización cada vez más desafiantes y fructíferas.
Y lo ha hecho de la mano de un grupo de chicos y chicas de la zona que han abrazado su misión, aprendiendo sobre el terreno el sentido y los horizontes de un reto; jóvenes que han empezado a viajar, a ser embajadores incansables de soluciones verdes, afirmadores del confort sostenible y defensores de las tecnologías para el bien y la belleza del hombre.
Una gran y coral obra de crecimiento que se enraíza en lo que ha sido y se refiere con pasión y energía a lo que será.
Ante Diasen se cierne un horizonte dinámico y en movimiento, que la compañía afronta y desafía con el espíritu de los navegantes del bosque, con el aire de los corsarios de montaña arraigados en los Apeninos franciscanos y benedictinos, pero dispuestos a alcanzar el mar abierto con pasión y coraje.