El corcho (derivado del alcornoque) es un material noble que se utiliza en muchas actividades de producción. La mayoría de la gente lo conoce porque se utiliza masivamente para el embotellado de vinos de evolución, porque es un material natural que genera una microoxigenación, no altera el clima reductivo de la botella, no modifica las propiedades organolépticas del vino y gracias a su elasticidad sella perfectamente la botella, evitando el derrame de la bebida.
En realidad, el corcho también encuentra un importante potencial de uso en la construcción como material aislante gracias a la baja conductividad térmica, las propiedades acústicas y la capacidad de absorber y eliminar la humedad.
El corcho es un material sostenible, renovable y reciclable, cuyo ciclo de vida comienza a partir de la extracción de la corteza.
El alcornoque que da vida a un tesoro precioso
El alcornoque es un tipo de árbol de crecimiento lento que tarda varios años en desarrollarse. Un proceso lento y natural, que requiere cuidado y paciencia. El árbol del que se obtiene el corcho (alcornoque) es un tipo particular de roble, al que alrededor de 25 – 30 años de edad se extrae la primera corteza con un proceso manual y artesanal que se transmite de generación en generación y que se realiza tratando de proteger y mantener la planta saludable.
El corcho que utilizamos como componente aislante se obtiene moliendo el desecho de la elaboración de los tapones que asciende a aproximadamente el 70% de la materia prima elaborada.
El corcho es, por lo tanto, la piel del alcornoque, un árbol de hoja perenne robusto que crece en el Mediterráneo más soleado. Al menos dos tercios de los alcornocales del mundo crecen en el área latina de Europa occidental, con el tercio restante que crece a lo largo de la franja magrebí del continente africano.
El corcho crece y se regenera espontáneamente a un ritmo de diez años cuando el árbol está listo para una nueva decorticación. El corcho se compone de capas de células de madera y de células de corteza, a las que se añade una capa cerosa llamada suberina. Esta última aporta propiedades únicas que hacen que el corcho tenga un valor añadido.
El corcho se obtiene de la eliminación parcial de la corteza del roble. Es un proceso sostenible, que se lleva a cabo sin dañar el árbol o el hábitat circundante. Para la extracción y el uso no se utiliza ninguna sustancia química para tratar la corteza, que Diasen refina y lleva a una granulometría utilizable recurriendo a una propia instalación personalizada de molienda.
Después de que la corteza ha sido extraída, el árbol continúa su trayectoria evolutiva regenerando inmediatamente una nueva corteza, de acuerdo con un ciclo regenerativo que permite utilizar un material delicado y de alto rendimiento que abarca un concepto de construcción respetuoso con el medio ambiente y las personas.
Alcornoque: de la corteza a la casa
La corteza se retira del árbol de forma sostenible, periódicamente, según los ritmos de la naturaleza y de la planta, que debe regenerarse para permitir al hombre disfrutar de su bien más preciado. Como se mencionó anteriormente, ni el árbol ni el entorno se ven afectados por este procedimiento.
La corteza se selecciona para garantizar su alta calidad y es adecuada para su uso en la producción de tapones. El primer paso del tratamiento consiste en la eliminación de posibles impurezas: esto puede incluir la deshidratación y esterilización del material, la eliminación de la flora bacteriana y los residuos de tanino y polvo del árbol.
Finalmente, una vez obtenido el material de desecho del procesamiento de las tapas, se lleva a tamaños de partícula funcionales para su uso en una premezcla que a menudo se usa por pulverización, utilizando una máquina enyesadora, y se usa como aislante para hogares.
El corcho, un material precioso para la bioconstrucción del mañana
No hay más tiempo: la crisis climática está manifestando evidentes efectos y no podemos subestimar los efectos producidos por las emisiones de los edificios sobre el equilibrio de nuestro planeta. Es el momento de actuar, de cambiar el enfoque y la mentalidad. Debemos adoptar nuevas formas de construcción, valorizando los elementos regenerativos de la naturaleza.
Desde hace años, Diasen ofrece a sus clientes soluciones que mejoran la habitabilidad de los edificios, que potencian el confort frente a un reducido impacto sobre el medio ambiente. El corcho es nuestro material de identidad y el más importante, que utilizamos para crear un mundo más verde.
El corcho tiene una alta capacidad de aislamiento térmico: ayuda a mantener la temperatura constante dentro del edificio, reduciendo la necesidad de calefacción o refrigeración artificial. Los costes en las facturas, así como el consumo y el impacto en el medio ambiente también se reducen, ofreciendo a los usuarios del edificio el máximo confort y ahorro.
No sólo aislante térmico: el corcho es un excelente aislante acústico y fonoabsorbente, capaz de disminuir los efectos del ruido, para obtener un ambiente relajante y confortable.
El corcho es un material resistente y duradero que no se deteriora con el tiempo, si se trata correctamente desde la extracción hasta su uso en la premezcla. Hay que cuidarlo paso a paso, respetando los ritmos de crecimiento de la planta y evitando introducir procesos químicos en el tratamiento.
En resumen, el corcho es un material con mil virtudes, sostenible y renovable que al final de su vida útil se puede reciclar.