¿Por qué hablamos de cambio cultural al abordar el tema del aislamiento térmico? Simplemente porque, en un sector que contribuye a la mayor parte de las emisiones globales, encontrar soluciones que hagan que el confort térmico sea sostenible significa alimentar un cambio de enfoque significativo y virtuoso que también afecta la mentalidad de las personas.
Aislar a nivel térmico un edificio no significa solo actuar en términos de recalificación física del edificio, sino intervenir activamente en su eficiencia energética, reduciendo así la tendencia de emisión del propio edificio. Por lo tanto, el aislamiento térmico obtenido con materiales naturales e innovadores representa un punto de inflexión cultural en un sector como el de la construcción que lucha por abordar los problemas relacionados con la sostenibilidad ambiental y el impacto energético de la construcción.
Diseño y elección de los materiales: dos pasos fundamentales para un buen aislamiento térmico
El diseño de las intervenciones de aislamiento térmico interno es el primer paso para conferir confort y ecosostenibilidad al edificio. El objetivo es identificar las soluciones más adecuadas para crear un microclima apropiado y sin desperdiciar recursos.
Esta fase se articula en varios pasos: el control de las aportaciones solares en los meses invernales y estivales, para optimizar los consumos energéticos; la medición de la dispersión y de los fenómenos inerciales; la gestión de la temperatura interna y de funcionamiento; el control de los niveles de humedad ideales; las propiedades fonoabsorbentes y aislantes de los materiales, el análisis de las características geométricas, físicas y estructurales de la envolvente y un correcto diseño de la luminosidad de los ambientes.
Para obtener condiciones de confort y habitabilidad es necesario identificar y seleccionar materiales que aprovechen con la máxima eficiencia la función natural del aire confinado, es decir, sus propiedades aislantes que lo convierten en un material con baja conductividad térmica y una tendencia limitada a transferir calor. Solo los materiales de alta porosidad pueden realizar esta función de incorporación y confinamiento del aire.
Estos biomateriales son la base de las soluciones Diasen para afrontar las intervenciones de aislamiento de manera eficaz, rápida y con efectos a largo plazo.
El impacto de un buen aislamiento térmico
Un buen aislamiento térmico reduce las pérdidas de calor durante los meses de invierno y reduce la afluencia de calor durante el verano, aumentando el confort de la vivienda y reduciendo los costes energéticos. Conceptos de física técnica que instintivamente inspiran las elecciones del hombre desde la antigüedad, cuando nuestros antepasados utilizaban cal, corcho, arcilla y materiales volcánicos para proteger la casa de la variación de las condiciones climáticas.
En Diasen, realizamos soluciones ecológicas que replican con tecnologías modernas el enfoque utilizado en el pasado para alcanzar objetivos de protección, aislamiento térmico y habitabilidad de los ambientes. De hecho, utilizamos biomateriales para crear morteros y pinturas térmicas aislantes que no liberan sustancias nocivas en el medio ambiente y que actúan con una eficiencia muy alta.
El buque insignia de esta búsqueda de confort térmico es sin duda el corcho. Empleamos esta preciosa corteza de un particular roble mediterráneo, por las propiedades físicas que la caracterizan, por la tipicidad de su ecosistema, por la regeneración decenal que lo convierte en un material renovable y porque se hace utilizable exclusivamente a través de procesos de tratamiento físicos, no químicos.
El corcho como esencia formulativa de nuestras biomaltas constituye una alternativa radical al Sistema de Aislamiento Térmico por el Exterior tradicional, que requiere el uso de materiales sintéticos, inflamables, poco versátiles y carentes del dinamismo intrínseco que permite aislar tanto en invierno como en verano.
El corcho, como mejor aislante térmico, presenta una estructura ordenada de las paredes celulares, con una triple capa de tejido compuesta por celulosa, lignina y suberina. Las dos primeras cumplen la función de materiales de soporte, mientras que la suberina -una mezcla de ácidos grasos de cadena larga- asegura propiedades comparables a las de las ceras, a partir de una marcada resistencia al agua.
La presencia característica de la suberina, además de inhibir la acción de los parásitos, explica la tendencia hidrofóbica del corcho y su alto grado de elasticidad y resistencia mecánica. Por lo tanto, un aislamiento térmico de corcho es adecuado para hacer de la casa un producto saludable, duradero, cómodo e ignífugo.
Nuevas necesidades, nuevos materiales
Corcho, perlita, pumita son materiales que se utilizan en la construcción para alimentar una filosofía nueva e innovadora, al mismo tiempo antropocéntrica y ecocéntrica, capaz de combinar las necesidades de las personas y el medio ambiente. Esta filosofía del confort sostenible encuentra su expresión en el estilo constructivo del área mediterránea, en las zonas donde la civilización ha encontrado las raíces de un desarrollo espectacular incluso a nivel de arquitectura, con edificios que han sido realizados utilizando materiales naturales y de proximidad.
Estos materiales, vinculados a las necesidades de protección y aislamiento térmico, presentan una propiedad común: a pesar de sus orígenes y composiciones diferentes, presentan una porosidad muy elevada y una estructura molecular que revela una urdimbre de cavidades que engloban el aire bloqueando su movimiento.
Cuando el aire es retenido y confinado en las cavidades y en los alvéolos, expresa una propiedad notable: su capacidad de transferir calor se vuelve mínima y se coloca en el vértice de la pirámide de los aislantes naturales. Esta atención a los materiales, esta sabiduría empírica heredada durante siglos, ha guiado la cultura arquitectónica mediterránea que se centra en la habitabilidad de los espacios, la transpirabilidad de las paredes, la ligereza de las estructuras, la ventilación natural y las soluciones reflectantes.
La filosofía del buen aislamiento térmico representa cada vez más un modelo de construcción capaz de combinar confort y habitabilidad, en el que la casa se caracteriza por ser un lugar agradable y seguro para vivir todos los días.
Las ventajas de un buen aislamiento térmico
Realizar un buen aislamiento térmico, posiblemente con materiales naturales, permite gestionar la cantidad de calor que entra y sale de la casa, lo que significa que el sistema de climatización debe trabajar menos para mantener el equilibrio térmico, reduciendo los costes energéticos. Una casa bien aislada, de hecho, ofrece una temperatura equilibrada y confortable, tanto en invierno como en verano, aumentando la durabilidad de la propiedad.
Además, no se deben subestimar los aspectos relacionados con la seguridad y la ecología: si por un lado el aislamiento térmico ayuda a proteger la casa de la variación de las condiciones climáticas y los eventos climáticos, como el viento, la lluvia y la nieve, por otro lado permite consumir menos energía, emitir menos dióxido de carbono a la atmósfera, ayudando a reducir las causas del calentamiento global.
La adopción de una cultura verde del aislamiento térmico representa un paso importante hacia la creación de edificios más sostenibles y con un menor impacto ambiental. De esta manera, se puede contribuir a la lucha contra el cambio climático y a la creación de un mundo más verde y sostenible.